martes, 1 de diciembre de 2009

Aquella última noche

-Casi noto el dolor- se dijo a sí misma, mientras veía los puntos rojos sobre el libro que había comenzado a leer ése día por séptima vez, y en las sábanas que le arropaban las piernas, sentada en la cama con los brazos extendidos hacia adelante. Levantó la mirada hacia ellos que ya estaban casi completamente pintados de rojo, goteando sus liquidos vitales desde su corazón hacia las pequeñas grietas perfectas del bisturí.
-Fuí estupida tal vez- se susurró mientras sonreía sin ganas y cerraba los ojos para no mirar su vida caer y mojar las sabanas.

¿Qué intentaba hacer?

¿No vió más salida que atentar contra su vida tras aquella depresión?
¿O es que acaso creyó que vaciando sus venas sacaría de su cuerpo y mente a ese ser que a despreciado sus más bellos versos de una vez por todas?
Eso no calmaría su desesperación ni le daría ninguna lección por aquel hecho. ¿Y por qué se había dado cuenta hasta ahora? Que quizás sea ya tarde..
La vi hacer a un lado el libro, el bisturí y las sabanas ahora rojas para tumbarse en la cama. No quise reflexionar, no ahora que todo ya estaba hecho..
Estuve tarareando despacio al ritmo de los latidos de mi corazón, hasta verla derramar sobre aquella fúnebre atmósfera su último aliento tras el cuál llegaba poco a poco su insensibilidad cubriéndole por completo, hasta pasar a ser sólo piel pálida e inmóvil sobre unas sabanas manchadas...

Una mirada vacía e intimidante que apuntaba al techo, fué todo lo que había quedado de aquella escena después de besar los dedos de mi bella amante.